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26 de septiembre de 2013

Gracias, "Avis", abuelos y abuelas....

Ni falta que hace que hablen de ellos. Están ahí, donde se les necesita. Muchos con las fuerzas escasas, pero las sacan de donde haga falta. Estos días se les puede ver cubriendo todos los frentes del movimiento escolar, pasando por guarderías, colegios y venciendo los obstáculos de horarios, confección de comidas, rabietas de los mas pequeños y, si hace falta, haciendo frente a alguna incomprensión de los padres con la resignación que solo dan los años. Y, encima, pobrecitos míos, aún cargan con las carteras o mochilas que sepultan a los mas pequeños. Y es que los abuelos que ejercen de abuelos son como una división de honor de la convivencia mas íntima. En silencio y las más veces con sufrimiento, porque los años ya pesan y los niños y sus mochilas, también. Gracias a todos los abuelos y abuelas (Els Avis en Catalunya).




Fuente: El Periódico.com

Miércoles, 25 de septiembre del 2013/Francisco Mateo (El Prat de Llobregat)


23 de febrero de 2013

Para mi(s) amiga(s)....

Una mujer estaba sentada en un sofá tomando un té frío con su madre.
Mientras hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades, y de las obligaciones de la edad adulta, la madre removiendo y haciendo sonar el hielo de su bebida miró fijamente a su hija...."no te olvides nunca de tus amigas, le dijo" haciendo girar las hojas de té en el fondo de su vaso....
"Serán cada vez más importantes con el paso del tiempo...."
"Aunque quieras mucho a tu marido, y quieras mucho a tus hijos....las necesitarás...."
"Acuérdate de hacer cosas con ellas, salir con ellas...."
"Y piensa que cuando hablo de tus amigas, me refiero a todas las mujeres de tu vida.... tus hermanas, tus amigas, tus hijas, todas las mujeres que de alguna manera tengan alguna relación contigo. Las necesitarás....las mujeres siempre nos necesitamos...."
Ella escuchó a su madre. Mantuvo el contacto con las amigas y con el paso del tiempo cada vez tenía más.
A medida que los años iban pasando, uno tras otro, fue entendiendo gradualmente aquello que su madre le había explicado. A pesar de que el tiempo y la naturaleza van cambiando la vida de una mujer, las verdaderas amigas siempre permanecen.
Después de mis más de 50 años de vivir en este mundo, he aprendido que:
El tiempo pasa....
La vida pasa....
Las distancias separan....
Los hijos crecen....
Los trabajos van y vienen....
La pasión disminuye....
Los hombre no siempre hacen lo que esperamos de hagan....
El corazón a veces se nos rompe....
Los padres se mueren....
Algunos colegas se olvidan nuestros favores....
Nuestras carreras o profesiones llegan a su final....
Pero....tus amigas siempre están ahí. Independientemente del tiempo o de los kilómetros que haya entre vosotras. Una amiga nunca está demasiado lejos para llegar si la necesitas.
Cuando camines por un valle solitario y tengas que hacerlo tú sola, las mujeres de tu vida estarán ahí, dándote ánimos, empujando, interviniendo por ti y esperándote con los brazos abiertos al final de tu camino.
Algunas veces incluso romperán las reglas y caminarán a tu lado....o vendrán y te cargarán a sus espaldas.
Amigas, hijas, abuelas, hermanas, suegras, nueras, cuñadas, nietas, tías primas, sobrinas....
Cada día nos necesitamos y cada día contribuimos a dar significado a nuestras vidas....



Fuente: Ahora las cosas ya no llegan por mail, llegan por WhatsApp....

17 de noviembre de 2012

Oración....y el buen humor que no falte....

Señor, tu sabes mejor que yo que estoy madurando y un día seré vieja.

No permitas que me vuelva una charlatana y sobretodo que adquiera el hábito de creer que tengo que decir algo sobre cualquier tema, en toda ocasión.

Libérame de las ansias de querer arreglar la vida de los demás.

Que sea pensativa, pero no taciturna; solícita pero no mandona.

Con el vasto acopia de sabiduría que poseo, parece una lástima no usarla toda, pero tu sabes, Señor, que quiero que me queden algunas amigos al final.

Mantén mi mente libre de la recitación de infinitos detalles; dame las alas para ir derecha al grano. Sella mis labios para que no hable de mis achaques y dolores; ellos van en aumento con el pasar de los años, como también mi gusto por recitarlos.

Pido la gracia de poder escuchar con paciencia el relato de los males ajenos. Enséñame la gloriosa lección de que a veces es posible que esté equivocada.

Mantén en mí una razonable dulzura, pero no quiero ser una santa. Es difícil convivir con algunas de éllas, pero una vieja amargada es: una de las obras supremas del diablo.

Ayúdame a conseguir de la vida toda la diversión posible; nos rodean tantas cosas divertidas que no quiero perderme ninguna.

Amén.



Fuente: Un divertido mail


20 de octubre de 2012

Latif.... (Otro cuento para pensar)

Latif era el pordiosero más pobre de la aldea.
Cada noche dormía en el zaguán de una casa diferente,
frente al la plaza central del pueblo.
Cada día se recostaba debajo de un árbol distinto,
con la mano extendida y la mirada perdida en sus pensamientos.
Cada tarde comía de la limosna o de los mendrugos
que alguna persona caritativa le acercaba.
Sin embargo a pesar de su aspecto y de la forma de pasar sus días,
Latif era considerado por todos el hombre más sabio del pueblo,
quizás no tanto por su inteligencia, sino por todo aquello que había vivido.
Una mañana soleada el Rey en persona apareció en la plaza.
Rodeado de guardias caminaba entre los puestos de frutas y baratijas buscando nada.
Riéndose de los mercaderes y de los compradores,
casi tropezó con Latif, que dormitaba a la sombra de una encina.
Alguien le contó que estaba frente al más pobre de sus súbditos,
pero también frente a uno de los hombres más respetados por su sabiduría.
El Rey, divertido, se dirigió al mendigo y le dijo:
-"Si me contestas una pregunta te doy esta moneda de oro."
Latif lo miró, y casi despectivamente, le dijo:
-"Puedes quedarte con tu moneda ¿Para qué la querría yo? ¿Cuál es tu pregunta?"
Y el Rey se sintió desafiado por la respuesta y en lugar de una pregunta banal,
se despachó con una pregunta que hacía días le angustiaba y que no podía resolver.
Un problema de bienes y recursos que sus analistas no habían podido solucionar.
La respuesta de Latif fue justa y creativa.
El Rey se sorprendió; dejó su moneda a los pies del mendigo
y siguió su camino por el mercado, meditando sobre lo sucedido.
Al día siguiente el Rey volvió a aparecer en el mercado.
Ya no paseaba entre los mercaderes, fue directo a donde Latif descansaba,
esta vez bajo un olivar.
Otra vez el Rey hizo una pregunta, y otra vez Latif la respondió rápida y sabiamente.
El soberano volvió a sorprenderse de tanta lucidez.
Con humildad se quitó las sandalias y se sentó en el suelo frente a Latif.
-"Latif te necesito" - le dijo- " Estoy agobiado por las decisiones que como rey debo tomar.
No quiero perjudicar a mi pueblo, ni tampoco ser un mal soberano.
Te pido que vengas a palacio y seas mi asesor. Te prometo que no te faltará de nada,
que serás respetado y que podrás partir cuando quieras....por favor"
Por compasión, por servicio o por sorpresa, el caso es que Latif,
después de pensar unos minutos, aceptó la propuesta del Rey.
Esa misma tarde llegó Latif a palacio, en donde inmediatamente le fue asignado
un lujosos cuarto a escasos doscientos metros de la alcoba real.
En la habitación, una tina de esencias con agua tibia le esperaba.
Durante las siguientes semanas las consultas del Rey se hicieron habituales.
Todos los días, a la mañana y a la tarde, el monarca mandaba llamar a su nuevo asesor
para consultarle sobre los problemas del reino, sobre su propia vida o sobre sus dudas espirituales.
Latif siempre contestaba con claridad y precisión.
El recién llegado se transformó en el interlocutor favorito del Rey.
A los tres meses de su estancia ya no había medida, decisión o fallo
que el monarca no consultara con su preciado asesor.
Obviamente esto desencadenó los celos de todos los cortesanos que veían el mendigo-consultor
una amenaza para su propia influencia y un perjuicio para sus intereses materiales.
Un día todos los demás asesores pidieron audiencia con el Rey.
Muy circunspectos y con gravedad le dijeron:
-"Tu amigo Latif, como tú lo llamas, está conspirando para derrocarte."
-"No puede ser" -dijo el Rey- "No lo creo"
-"Puedes confirmarlo con tus propios ojos" -dijeron todos- "Cada tarde a eso de las cinco,
Latif se escabulle del palacio hasta el ala Sur y en un cuarto oculto se reúne a escondidas, no sabemos con quién. Le hemos preguntado a dónde iba alguna de esas tardes y ha contestado con evasivas.
Esa actitud terminó de alertarnos sobre su conspiración."
El Rey se sintió defraudado y dolido. Debía confirmar esas versiones.
Esa tarde, a las cinco, aguardaba oculto en el recodo de una escalera.
Desde allí vio como, en efecto, Latif llegaba a la puerta, miraba hacia los lados y con la llave
que colgaba de su cuello abría la puerta de madera y se escabullía sigilosamente dentro del cuarto.
-"¿Lo viste?" -gritaron los cortesanos- "¿Lo viste?"
Seguido de su guardia personal el monarca golpeó la puerta.
-"Soy yo, el Rey" -dijo el soberano- "Ábreme la puerta."
Latif abrió la puerta. No había nadie allí, salvo Latif.
Ninguna puerta, ni ventana, ninguna puerta secreta, ningún mueble que permitiera ocultar a alguien.
Sólo había en el piso un plato de madera desgastado, en un rincón una vara de caminante
y en el centro de la pieza una túnica raída colgando de un gancho en el techo.
-"¿Estás conspirando contra mí Latif?" -preguntó el Rey.
-"¿Cómo se te ocurre Majestad?" - contestó Latif- "De ninguna forma ¿Por qué lo haría?"
-"Pero vienes aquí cada tarde en secreto. ¿Qué es lo que buscas si no te ves con nadie?
¿Para qué vienes a estecuchitril a escondidas?"
Latif sonrió y se acercó a la túnica harapienta que pendía del techo. La carició y le dijo al Rey:
-"Hace sólo seis meses cuando llegué, lo único que tenía eran esta túnica, este plato y esta vara de madera"
-dijo Latif- "Ahora me siento tan cómodo en la ropa que visto, es tan confortable la cama en la que duermo,
es tan halagador el respeto que me das y tan fascinante el poder que regala mi lugar a tu lado....
que vengo cada día para estar seguro de no olvidar de ¡Quién Soy y de Dónde Vine!"

Jorge Bucay
Buenos Aires (30 de Octubre de 1949)